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De La Necesidad de Una Estética Visual en la Fonografía

Estos días estamos preparando el set de imágenes que acompañarán mi presentación en el evento Pecha-Kucha que el estudio de diseñadores La Mamba organiza periódicamente en Valencia. Este evento tiene una serie de normas muy concretas en cuanto a la duración de las presentaciones y la visualización de material visual que apoye dichas presentaciones. Me piden, entre otras cosas que seleccione 20 imágenes que ilustren mi relato.

Así que bueno, nos hemos puesto a rebuscar imágenes que ilustren nuestros proyectos sonoros y que lo hagan de una forma clara y entendedora para los asistentes a un encuentro en el que no habrá sonido mas que el de mi voz. Y nos hemos preguntado: ¿que imagen ilustra bien un concierto? o un momento de una grabación? que imagen puede ilustrar el trabajo de un fonógrafo?

Con todo ello y hablando el otro día con Juanjo Palacios, me di cuenta que en este pequeño mundo de los fonógrafos existe una constante búsqueda de iconografía visuales que ilustren ese trabajo. Y lo curioso es que a veces estas iconografía trascienden al propio trabajo fonográfico. Parece como si lo que realmente nos gustara fuera retratar el micrófono con su paravientos en medio de la naturaleza salvaje, o en un punto concreto de belleza espectacular. Ya ni siquiera nos preocupa aparecer en dichas imágenes pues se sobreentiende nuestra presencia. Parece ser que el própio acto de la fonografía tiene un potencial visual e icónico muy concreto como actividad meramente estética.

En relación a eso, me doy cuenta que a veces los preparativos para salir a grabar se centran mas bien en aspectos estéticos, dejando de lado obviedades técnicas que podrían mejorar nuestras grabaciones. En vez de eso, nos preocupamos por que los cables cuelguen como el látigo de Indiana Jones o los auriculares vayan a juego con la chaqueta. Mas allá de exageraciones irónicas, si que existen toda una serie de prácticas estéticas que mas allá de la propia satisfacción personal, sirven de apoyo a una tarea a veces difícil de describir.

Con ello, podemos distinguir distintos tipos de imágenes que todo fonógrafo debería tener en su biblioteca fotográfica. Y a partir de ello se podría hacer también una clasificación y catalogación de todas aquellas imágenes que ilustran nuestro trabajo. Tenemos la imagen meramente Friedrichniana* del fonógrafo ante un paisaje que se extiende en el horizonte cuyo símil nos lo da Chris Watson en esta foto. Luego también podemos crear otra categoría a partir de imágenes de micrófonos solitarios como por ejemplo la imagen promocional del proyecto Sonidos En Causa de la Orquesta del Caos. O sin ir mas lejos la imágen que ilustra el post anterior a este. Y así podríamos seguir e ir catalogando por artista sonoro todas esas imágenes que construyen la discursiva visual de la fonografía. Al fin y al cabo todo ello es una mera construcción, una manera de mostrar al mundo esa experiencia sonora que hemos vivido que a su vez, al ser capturada en fotografía se convierte en una experiencia estética. Lo mas interesante de todo esto es que a veces, esa necesidad estetizadora nos desvía de nuestro interés principal, el de capturar sonidos, y sin embargo es importante tener en mente ese aspecto, buscar maneras fuera del sonido para mostrar lo que hacemos.

Concluyendo, creo que mas allá de las bromas que podamos hacer acerca de lo guapos que estamos cuando salimos a grabar o de lo bien que queda un tipo en un acantilado con una pértiga y un cañón (aunque no se oiga nada interesante en ese lugar), debemos tener en cuenta que dichas imágenes nos muestran a la sociedad, generan una impronta visual que permite que luego nos podamos explicar mejor. Así que bueno, seguiremos sacando fotos de micrófonos y subiéndolas al Facebook, eso que no os quepa duda, y yo el primero.

Releyendo este post creo que el tema da mas de si. Quizás da para un artículo y todo.

* En referencia a Caspar David Friedrich y su cuadro El Caminante sobre un Mar de Nubes, 1818.