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edu comelles

Agost. Spa.RK, 2015.



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We welcome Edu Comelles to spa.RK. An artists who doesn’t needs introduction, honouring us to be accomplices of the release of his latest work. Comelles is not exactly a young and emerging talent, nor an artist knocking on every career-booster platform around. He’s one of the most interesting artists on the experimental music scene in Spain. His work ranges from solo compositions to collaborations with several musicians. He can go from assembling DIY microphones to test DSP softwares and mobile to edit and curate Audiotalaia his own label; or even devote himself to research on site-specific installations at the verge of sonic creation. His restlessness and forward thinking places him beyond the experimental scene that saw him growing. A difficult task is to tag him on narrow genres. Ok, yes! You might say he’s an experimentalist, but with a musical depth shooting on multiple directions.

With more than 10 albums on its back and a few more other collaborations, Agost is a new challenge and a twist in his career. An album created only using one single, one minute sound recording containing the sounds of rubbing the edge of a coup of wine with his fingertips. That unique premise, once listened, reveals itself trivial as we accommodate into the lazy hedonism of a summer end and its sonic landscape. The real tour-de-force is to achieve a musicality with that single element, to achieve colourful harmonies full of contrast and saturated ambiences. And specially, Comelles achieves a beautiful musical dialogue with cello, piano, drums and electric guitar, gathering all together the talents of Sara Galán, Lucy Claire, Avelino Saavedra and Fernando Junquera. They all add and rest, take and put, back and forth talking with the artist.

Now that winter is coming, Agost is the perfect album to rejoice the fainting sunset light of a summer afternoon. An album that irradiates lightness and an inusual intensity. Agost is an ideological homage to sampling, with more winks to Herbert and Matmos than to Pierre Schaffer, where the idea of the laziest period of the year and the summer ending concept unfolds into minutes of placidity and tension; Field recordings are embedded into its DNA, drums aged on oak casks, and a summer that – unlike Fennesz’s – it really ends, giving way to autumn. Wood and digital Ambient.

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Damos la bienvenida en spa.RK a Edu Comelles, artista de sólida trayectoria que no necesita exactamente padrinos, con lo que nos honra que nos sume como cómplices con la edición de su nuevo trabajo. Comelles no es precisamente un jovencito inexperimentado, ni un artista que lance señales de humo en una de las tropecientas plataformas a tal efecto. Es uno de los artistas más interesantes del panorama experimental nacional, instalado en la capital del Túria desde hace años, que igual compone solito que colabora con ocho músicos, tan capaz de fabricar micros de contacto como de testear softwares y apps, que igual edita discos de amigos en Audiotalaia, su atalaya personal, como crea instalaciones site-specific investigando en las fronteras del arte sonoro. Su inquietud y apertura de miras no solo le aleja de lo experimental y de la escena que lo ha visto crecer, sino que hace difícil encasillarle en etiquetas estrechas: experimental, sí; pero con un profundidad musical y dardos que disparan en múltiples direcciones.

Con diez trabajos editados en solitario, sin contar otros proyectos en los que colabora, Agost es un nuevo reto en su carrera, un disco creado a partir de una única grabación de sonido, de un único archivo de un minuto de duración: el sonido de su dedo deslizándose en una copa de vino. Y ese punto de partida, una vez escuchado el disco, se revela como meramente anecdótico, un arranque que se instala en el hedonismo perezoso de un final de verano. Pero el verdadero tour de force es enfrentar ese elemento único a la musicalización, a una armonía llena de color, contrastes ricos y saturación de ambientes, y sobre todo a un diálogo musical con violonchelo, piano, batería y guitarra eléctrica, donde invitados de lujo como Sara Galán, Lucy Claire, Avelino Saavedra y Fernando Junquera suman y restan, ponen y quitan, dialogan con el artista.


Ahora que se acerca el invierno, Agost es un disco perfecto para recuperar los ténues rayos de sol del final de una tarde de finales de verano. Un disco que irradia luminosidad pero también una intensidad inusual. Agost es un homenaje ideológico al sampler, con más guiños a Herbert y a Matmos que a Pierre Schaffer, donde la idea del mes más perezoso del año, el concepto del final del verano –enológico, compartido, vivo; esos veranos del hacer nada- se despliega en minutos de placidez y tensión, de field recordings incrustados en el ADN, de percusiones que rascan botas añejas, que, a diferencia del verano de Fennesz, realmente acaba y deja paso al otoño. Ambient digital y de madera.
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Video by Andrea Pazos

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Reviews:

Découvert sur ces pages via son netlabel Audiotalaia en 2013, Edu Comelles avait, à nouveau, été recensé pour sa participation au sein du duo Cello + Laptop l’année suivante. En parallèle de ses activités de label manager, l’Espagnol poursuit donc un travail en solo puisque des CDr et albums digitaux ont déjà paru, mais Agost est le premier effort solitaire de Comelles à être sorti grâce à un véritable pressage. C’est le label spa.RK qui se charge de cet office, dans sa lignée de publication d’œuvres électroniques variées, allant de propositions aux confins du folk à des créations plus expérimentales. Avec le Valencien, on se situe plutôt dans cette seconde veine, puisque l’album se veut une suite de digressions autour du bruit fait par le frottement des doigts sur un verre de vin.

Point de départ samplé des dix morceaux du disque, cet élément sonore ne se fait toutefois pas aussi central que cela (bien que son sifflement cristallin infuse l’intégralité de l’album) puisqu’assez rapidement, on observe l’importance prise par les quelques musiciens conviés à apporter leurs instruments aux côtés de Comelles. Ainsi retrouve-t-on naturellement le violoncelle de Sara Galán (sa complice dans Cello + Laptop) aux premières loges d’A Sudden Burst, le piano de Lucy Claire dans I Am All For Noises ou la guitare électrique de Fernando Junquera pour Belando Street. L’Espagnol sait alors disposer quelques expérimentations (mini-larsens, petits souffles, triturations légères) pour mettre en lumière ces participations extérieures. Comme souvent avec un tel format d’album, le type de jeu de l’invité attire chaque morceau dans un style musical un peu différent. Cela est particulièrement frappant avec Gooseneck Barnacle dans lequel Avelino Saavedra opère à la batterie, emmenant le titre vers des contrées free-jazz par son jeu fragmenté et improvisé.

Mais Edu Comelles sait également livrer des partitions purement solitaires, comme le caudal Happy Birthday dont les douze minutes et quarante secondes lui permettent de déployer un savoir-faire certain, intégrant plusieurs couches musicales, les faisant entrer et sortir au long d’un morceau dont la tonalité parvient néanmoins à rester dans la couleur générale d’un disque qui vient confirmer les qualités de son auteur, déjà éprouvées dans d’autres contextes.

François BousqueteEtherreal.
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Aunque lleva casi diez años haciendo música y ha publicado decenas de referencias (muchas de ellas a través de Audiotalaia, la plataforma que él mismo dirige), Edu Comelles sigue siendo muy poco conocido fuera del circuito experimental. Algo que este servidor no termina de entender, porque si bien es cierto que el músico de Barcelona con residencia en Valencia es aficionado a técnicas de creación y composición poco ortodoxas –en su producción abundan los paisajes sonoros y las grabaciones con micrófono abierto, por ejemplo-, también es verdad que los resultados que obtiene suelen caer dentro de la esfera de lo sensible. Para entendernos, no es un tipo al que le guste resultar abrasivo o que disfrute perdiéndose en laberintos semánticos; antes bien, lo suyo es demostrar que se puede trabajar con materiales abstractos y aun así producir piezas que (casi) cualquiera pueda disfrutar.

“Agost”, el primer disco que publica con el sello barcelonés spa.RK, es una buena muestra de esto que decimos. El punto de partida es desde luego atípico: el sonido de un dedo deslizándose por el borde de una copa de vino. Una muestra que Comelles manipula y modifica de varias maneras, para construir todo un vocabulario de recursos y sonidos en los que existe una raíz común (una estrategia, por cierto, que ya habían utilizado músicos tan distintos como Brian Eno, Robert Wyatt o Alva Noto en épocas muy distintas); un vínculo que atraviesa todas las canciones del disco y le confiere una extraña pátina emocional. Sobre este tintineo, que es a la vez constante y cambiante, que funciona a un nivel sonoro como los reflejos de una vela sobre una botella de vidrio, nuestro hombre introduce una segunda capa de instrumentación acústica: pianos, violonchelos, baterías y guitarras eléctricas, que introducen variaciones cromáticas y acentos distintos a cada uno de los temas. Y así, si en “Inevitable drowsiness” las percusiones añaden brillos metálicos y dibujan un paisaje en tensión, la presencia del violonchelo en “A sudden burst” (cortesía de Sara Galán, compañera de Comelles en los excelentes Cello + Laptop) conjura imágenes preciosistas y bucólicas, casi cinematográficas. Si “I am all for noises” comienza dando vueltas alrededor de un pulso rítmico, sobre el que poco a poco florecen notas sueltas de piano y manipulaciones digitales, “Aurora” se revela como un acercamiento a ese ambient diamantino y microscópico que tanto gusta en el sello 12k. Son las muchas aristas de un disco cautivador y repleto de melancolía, que se desliza perezoso sobre el reproductor.

Vidal Romero. Blisstopic.
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Especializado en arte sonoro, Edu Comelles es un creador afincado en Valencia que ha realizado instalaciones de sonido para festivales como el Sónar de Barcelona o para el Periferias oscense, donde el año pasado, en el marco del programa Pépinnières Européennes, indagó en la memoria sonora de los habitantes de esta ciudad a partir de las emociones y los recuerdos. Ahora, en pleno invierno, lanza un disco titulado "Agost". Agosto. Pero no es un contrasentido, sino un guiño a la música, luminosa y crepuscular al mismo tiempo, que contiene. El disco lo edita spa.RK, un sello que si no existiera habría que crearlo, porque constituye un verdadero oasis creativo en el páramo electrónico nacional. Comelles lo ha levantado todo a partir de un solo minuto de grabación: el sonido de su dedo deslizándose por el borde de una copa de vino. A partir de allí, combinándolo con violonchelo, guitarra, piano y batería, dibuja fascinantes y evocadores paisajes sonoros que evocan a Brian Eno, Matmos, Herbert y la música concreta. Una maravilla.

Luis Lles. Diario del Alto Aragón.
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Con la velocidad con la que Edu Comelles (Barcelona, 1984) acomete nuevos proyectos, hablar de su último lanzamiento discográfico puede parecer extemporáneo. Decimos lanzamiento, al más puro estilo comercial, porque la intención del barcelonés afincado en Valencia es la de llevar la música experimental allende de fronteras y etiquetas. Él, que se declara militante y activista de lo sonoro, plantea la necesidad de mostrar un talante pedagógico para facilitar la digestión de estas músicas. Y no anda desencaminado. A pesar de que han transcurrido casi cincuenta años desde la publicación de El nuevo paisaje sonoro (1968) de Raymond Murray Schafer y la consecuente saga de escritos didácticos, conocidos aquí por la traducción de la argentina Violeta Hemsy de Gainza, pocos han sido los resultados efectivos de su aplicación. No es extraño por tanto que el profano ponga mala cara ante propuestas semejantes, marginadas por lo canónico, pero protagonistas cuando el talante es abierto. Ni la formación profesional, ni la educación musical básica han hecho mucho por su normalización. Las experiencias más interesantes surgen recientemente, al calor de apuestas personales de algunos docentes por la creatividad y la flexibilidad metodológica, que no de la administración.

Poco más de un minuto de la vibración de una copa de vino, rozada con la yema del dedo, sirve a Comelles para desarrollar una propuesta narrativa que nació en 2014 en Almería. Éste sonido iba y venía hasta apoderarse de sus improvisaciones. Por ello decidió convertirlas en disco: Agost. Éste fue presentado en directo, versión ensemble, en el último Festival Eufònic de Sant Carles de la Rápita (Tarragona) y en versión solista en la cava de Bodegas El Villar de Villar del Arzobispo (Valencia) en octubre pasado. Aún no ha parado de sonar en festivales y auditorios. A lo largo de este periplo el músico hace suyo el espíritu que del subtítulo de su página web emana: Edu Comelles. Work in progress. La gracia de su trabajo reside en que el artista sonoro proyecta en la electrónica el proceso gradual y organicista que los minimalistas imprimieron en su música. Atento a cualquier incidente, Comelles apunta: “Todas las acciones individuales o colectivas que llevamos a cabo en nuestro día a día constituyen un paisaje sonoro cíclico, en constante cambio nutriéndose de la casualidad y del paso del tiempo”.

El hilo conductor de los siete tracks que este disco contiene es el proceso mediante el cual la uva madura en la cepa hasta que se convierte en vino enriquecido con los aromas de la madera donde se aloja. Final de verano y principio de otoño. Pero esto no es más que una bella imagen. Otras veces ha empleado sonidos con memoria (Summer of Anarchy, Réquiem), del más rabioso presente (La revolución será transmitida), sonidos por el placer de escuchar, caminar y hablar (La ciudad aural) o sonidos a micrófono abierto. Este proyecto es una invitación al paciente observar el horizonte mientras nos envuelve una sonoridad caudalosa llena de matices. Un tiempo calmo, reflexivo y cálido: “inevitable drowsiness” (Track 1). El resultado es conscientemente accesible, propiciado por alguien que mima el sonido. Lo más básico. Desde que lo percibe y lo recoge, hasta que lo samplea. “Trabajo con sonido”, apunta. Y no es una obviedad. Son sonidos en perfecto ensamblaje con la intervención de un solista: los destellos metálicos de la percusión de Avelino Saavedra o la evocadora peroración de Sara Galán al cello (“a sudden burst of enthusiam”), quien junto a Comelles forma el dúo Cello + Laptop. Lucy Galán hace un uso del piano entre nostálgico y cageano en “i’m all for noises”. El agradecido timbre de la guitarra eléctrica de Fernando Junqueras sobrevuela el pulso sereno de “belando street”. Para la electrónica queda la profundidad paisajística y algún toque a lo Pierre Schaffer en “aurora” y en el contemplativo y largo final, “happy birthday”.

Comelles se reconoce seguidor de algunas líneas de Brian Eno o de Alva Noto. Para mí anda más próximo al concepto del último en conjunción con Ryuichi Sakamoto, que del primero. No es de extrañar, por tanto, que este inquieto artista sonoro y gestor, sea calificado como “uno de los nombres de referencia en la escena experimental estatal” (Eduardo Guillot. Levante EMV), “[tiene] tras de sí, una larga trayectoria como uno de los experimentadores más respetados y reputados de Europa” (Rockdelux) o “es uno de los más interesantes artistas en la escena de la música experimental en España” (Spa.RK, sello que edita Agost). Por cierto, para Comelles lo experimental termina una vez enlatado el proyecto. El experimento lo precede.

Daniel Martinez Babiloni. Mundo Clásico.
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Press:





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